ORDEN DEL TEMPLE ( ORDEN CATÓLICA DE LOS CABALLEROS DEL TEMPLE DE JERUSALEM )

Lugar de encuentro,de estudio,de oración, de noticiario y trabajo para colaboradores, afines, y miembros de la Orden Católica de los Caballeros del Temple de Jerusalem.

Aquí podremos encontrar toda la información, los estudios y los trabajos de la Orden del Temple, tanto en la antigüedad como en la actualidad.

Así mismo iremos informando de las Celebraciones, investigaciones e Investiduras que se hayan realizado o se vayan a realizar.



NON NOBIS DOMINE, NON NOBIS SED NOMINE TUO DA GLORIAM



jueves, 19 de noviembre de 2015

LA PRUDENCIA

la prudencia 
Es una de las cuatro virtudes cardinales, nos ayuda a conservar la compostura, tomar mejores decisiones y a dar un trato amable hacia los demás en todo momento, adelantarnos a las circunstancias forjando una personalidad decidida y emprendedora, tratémosla ahora como el valor que nos ayuda a resolver con mayor conciencia las situaciones ordinarias de la vida, nos ayuda a reflexionar y a considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia.
Esta virtud no se forja a través de una apariencia, sino por la manera en que nos conducimos ordinariamente. Posiblemente lo que nos cuesta más trabajo es reflexionar y conservar la calma en toda circunstancia, la gran mayoría de nuestros desaciertos en la toma de decisiones, en el trato de las personas o formar opinión se deriva de la precipitación, la emoción, el mal humor, una percepción equivocada de la realidad o la falta de una completa y adecuada información.
La falta de prudencia siempre tendrá consecuencia en todos los niveles, personal y colectiva, según sea el caso, como quienes se adhieren a cualquier actividad por el simple hecho de que “todos estarán ahí”, sin conocer los motivos verdaderos y las consecuencias que pueda traer el realizar actividades poco recomendables creyendo que estamos a salvo.
Es importante tomar en cuenta que todas nuestras acciones estén encaminadas a salvaguardar la integridad de los demás en primera instancia, como símbolo del respeto que debemos a todos los seres humanos.
La verdadera lucha y esfuerzo no estan en situaciones un tanto extraordinarias y fuera de lo común, en ocasiones decimos cosa que lastiman a los demás por el simple hecho de habernos levantado de mal humor, de tener preocupaciones o exceso de trabajo porque nos falta capacidad para comprender los errores de los demás o incluso nos empeñamos en hacer imposible la vida de los demás ya sea porque nos son antipáticos o los vemos como rivales profesionalmente hablando.
Si nos tomáramos un momento para pensar, esforzándonos por apreciar las cosas en su justa medida, veríamos que en muchas ocasiones no era necesario reprender tan fuertemente  a los hijos o discutir acaloradamente por un desacuerdo en el trabajo o en casa, evitar conflictos por comentarios de terceros. Tal pareciera que tenemos un afán por hacer los problemas más grandes, actuamos y decimos cosas de las que por lo general nos arrepentimos.
Tal vez no se nos ha ocurrido pensar que al trabajar con intensidad y aprovechando el tiempo, cumplir con nuestras obligaciones y compromisos, tratar a los demás amablemente y preocuparnos por su bienestar es una clara manifestación de la prudencia. Toda omisión a nuestros deberes asi como la inconstancia para cumplirlos, denotan la falta de conciencia que tenemos sobre el papel que desempeñamos en todo lugar y que nadie puede hacer por nosotros.
La experiencia es, sin lugar a dudas, un factor importante para actuar y tomar mejores decisiones, nos hace mantenernos alerta de lo que ocurre a nuestro alrededor, haciéndonos más observadores y críticos, lo que permite adelantarnos y prevén en todos sus pormenores el éxito o fracaso de cualquier acción o proyecto.
Por prudencia tenemos la obligación de manejar adecuadamente nuestro presupuesto, cuidar las cosas para que estén siempre en buenas condiciones y funcionales, conservar un buen estado de salud física y mental, sin embargo no debemos olvidar que lo espiritual es lo más importante, el alma debe ser lo que  mantengamos en las mejores condiciones posibles, cuidémosla! Nos dice Santo Tomas de Aquino “el hombre al pecar es imprudente” analicemos esto y consideremos que al ofender a Dios descuidamos el alma, sobre todo porque no tomamos en cuenta la magnitud de la ofensa hecha.
El valor de la prudencia nos hace tener un trato justo y lleno de generosidad hacia los demás, edifica una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando confianza y estabilidad en quienes le rodean, seguros de tener a un guía que los conduce por un camino seguro.

NON NOBIS, DOMINE, NON NOBIS, 
SED NOMINI TUO DA GLORIAM